Un sueño, un objetivo.

Me encontraba acostado en la calle, sin ánimos de moverme y/o hacer algo que no fuese respirar. Había sido arrollado. Sobreviví, sí, pero el impacto fue tan grave que las fuerzas que me restaban no eran suficientes para levantarme. 

Largo tiempo pasó hasta que mis heridas sanaron y recobré la fuerza para levantarme y mirar a mi alrededor. "¿Ahora qué? ¿Ahora a dónde iré?". Volteé la mirada y encontré una entrada. Sobre ella, estaban estas siglas: U.S.B. La Universidad Simón Bolívar. Vaya, estoy aquí; veamos qué sucede.

El camino de entrada no fue difícil, pero tampoco fue fácil. Obstáculos tuve, luché contra ellos y supe recorrer todo el camino de forma constante. Pero... ¿Cual era mi objetivo? Estaba ahí, estaba recorriendo un camino, pero no sabía hacia donde llegaría.

Mientras encontraba la respuesta a esta interrogante me dediqué a aceptar retos. Retos que a veces fueron simple capricho y otras una oportunidad de crecimiento personal. Acepté retos de otras personas y retos que yo mismo me impuse para demostrarme que el último golpe que recibí me sirvió para aprender y no sólo para sentir dolor. Después de todo, lo que no te mata te hace más fuerte. Entre todas las cosas que me propuse hacer nunca hubo una que tuviese un objetivo más allá de unos días, ningún reto me lo propuse con un logro a futuro lejano y no me interesé por hacerlo tampoco. A fin de cuentas, no sabemos qué pasará en unas semanas ¿qué sentido tiene proponerse algo para esa semana que aun no llega?. El sentido es increíblemente grande, sólo que no supe entenderlo en aquel momento.

Mis retos me ayudaron a conseguir acompañantes. Personas que compartían conmigo los retos futuros a conocerlos y, algunos de ellos, siguen haciéndolo. En nuestras largas charlas de descanso y recuperación entramos en la historia que nos llevó a ese lugar. El camino que nos hizo entrar en esa locación y el cómo estaban entrenando para el último reto, el mayor de todos: salir de ahí con el conocimiento en sus manos para cambiar el mundo.

"¿Qué? ¿Qué no tienes un objetivo a futuro? ¿No sabes qué harás con el conocimiento que has adquirido en estos retos? ¿Qué planeas hacer cuando este camino termine?" Pues, no lo sabía porque nunca me había sentado a pensar en un futuro más allá del siguiente día. No me había percatado que este camino terminaría y luego de él ¿qué haría?. Llegó el momento de madurar.

Largas noches pasé en vela, acostado mirando un cielo juzgarme y penetrarme con una mirada fija que me cuestionaba y me hacía cuestionarme. De repente, volteé mi mirada hacia una estrella, la estrella más oculta de todas y al mismo tiempo la más notoria, y ella me hizo recordar todo. Todo lo que he logrado en mi vida, todo lo que he luchado por tener (y perder) lo que quiero, todo lo que he aprendido y todo lo que he curado. Recordando esto se hizo clara mi respuesta. Mi objetivo, se hizo claro. Tenía un sueño, y estos están hechos para cumplirse.

Pase el resto de esa noche no mirando un cielo en busca de inspiración sino mirando mis logros en busca de herramientas. Herramientas y materiales que me ayudarán a construir mi sueño y lograr sacarlo adelante ante todo. No puedo construirlo todavía, y es sólo porque no cuento con todas las herramientas que necesito, herramientas que adquiriré en mis próximos retos que se presenten en este camino y que sé serán las necesarias para lograr lo que me he propuesto. Vaya, así que esto es lo que se siente cuando tienes un sueño. Que genial es esta sensación. Pero esta no es la razón mi historia. Mi historia tiene más de un objetivo, mi historia tiene un sueño a cumplir pero en el camino hay cosas que quiero colectar antes de cumplirlo.

Me propuse como objetivo el llegar a un lugar, un lugar al que he ido antes, pero no en la U.S.B. Un lugar al que se puede vivir sin llegar pero que llegando se hace más fácil y satisfactorio el camino. Ese lugar con el que sabes siempre podrás contar cuando necesites refugio ante la adversidad y que es único para cada persona. ¡Vamos por él! Aquí también debe estar ese lugar, sólo he de encontrarlo. 

He estado tocando puertas, abriendo pasajes y escalando montañas en busca de este lugar. Varias veces he creído encontrarlo, pero he estado equivocado. Una vez más, tengo en la mira un lugar, un lugar que se ve distante y difícil de acceder, un lugar que promete ser un reto pero... Después de todo, se lucha por lo que se quiere. 

En el intento de llegar a lugares que prometían ser el indicado he pasado por malos momentos, malas noches, mala alimentación, mala compañía y muchas, muchas malas decisiones. De los errores he aprendido pero empiezo a cansarme de cometerlos. Ha pasado por mi mente el dejar de buscar este lugar y seguir con mi sueño dejando de lado ese objetivo, ha pasado por mi mente, ha pasado.

Quiero llegar a ese lugar que veo a lo lejos, estoy en el camino hacia él y ya he caído, me he perdido y he sido llamado de regreso... Pero también me he levantado, he recuperado el rumbo y he decidido seguir con esto. No hay reto tan grande como para no intentarlo.

Ahora, me encuentro encerrado, he caído otra vez y sé que podré levantarme pero no sé qué sentido tenga hacerlo. Mi objetivo se ve cada vez más lejos, cada vez con más dificultad para alcanzarlo y me siento cada vez más débil. No soy una persona que se rinde ante los retos, pero empiezo a dudar que este reto sea algo que esté en mi destino conseguir. Años he intentado conseguir este lugar y por años he fracasado. No sé si debo dejar de intentarlo o sólo intentarlo con más fuerzas.

Sí, esa es la razón, necesito más fuerza, necesito luchar con lo último de mis energías para lograrlo. Necesito más determinación y carácter para combatir la duda y los gritos que me dicen: ¡Deja de intentarlo!. Necesito recordar que mi sueño no está completo sin ese lugar.

Es hora de levantarme y seguir luchando.

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